El bocetos de la Divina Pastora y el padre Salvador.


El boceto al que nos vamos a referir se conserva gracias a Dios por el padre Salvador de Sevilla, que viéndose obligado a abandonar el convento sevillano por la desamortización de Mendizábal del año 1835, antes de irse fue a la Iglesia y cogió del altar de San Antonio dicho boceto, el cual se encontraba expuesto a la veneración.

 Una vez que el padre Salvador recogido el boceto lo tuvo en su poder hasta casi su muerte, que entregó a las religiosas Capuchinas de la calle Cardenal Spínola con una pintura de un Crucifijo que Murillo pinto para el convento de Capuchinos. Imponiéndole el padre Salvador a las monjas que tenían que entregar el boceto y  la pintura a los Capuchinos cuando volvieran a su convento, cosa que las hermanas cumplieron sin ningún problema.

Y antes de terminar, comentaremos que el boceto fue presentado por el pintor Alonso de Tobar al padre Isidoro de Sevilla, quién lo contempló y aceptó. Un  boceto único por ser el primero que se hace a la imagen de la Divina Pastora y que el convento de Capuchinos guardada con mucho cariño como él cuadro original la Hermandad de la Divina Pastora de Santa Marina, siendo la primera representación de dicha advocación en la pintura.

Relicario con el boceto original del primer cuadro de la Divina Pastora en el convento de Capuchinos de Sevilla y Divina Pastora de Miguel Alonso de Tovar de la Hermandad de la Divina Pastora.


Brunequilda la poderosa.


Parece ser, que  Brunequilda nació en Sevilla hacia el año 540 y casó con Sigoberto, rey Franco de Austrasia, cuyo territorio abarcaba gran parte de la actual Francia y los Países Bajos. Dominando tras la muerte de su esposo Brunequilda todo, por eso se le conoció como "La Poderosa", siendo una de las mujeres europeas con más poder de su tiempo.

Tenía Brunequilda muchos enemigos, cosa muy normal antes como hoy. Pues quien no tiene enemigos es que está más que muerto. Por lo que fue arrastrada de la cola de un caballo hasta morir por Clotorio que la venció ya anciana, el cual aspiraba a unificar la monarquía de los francos.

 Tanto poder tuvo Brunequilda, que fue hasta alavada por el Papa San Gregorio Magno (creador del canto gregoriano) y los poetas la llamaron "nueva Venus, cuyo rostro, con su vida lumbre, ofusca los destellos de la pedrería que adorna su frente".

Matrimonio de Sigoberto I y Brunequilda.

El arrianismo.


Seguro que más de una vez lo ha escuchado usted. El arrianismo fue la primera gran herejía que ha tenido la Iglesia Católica a lo largo de su historia.

 Fue en el siglo IV, cuando un sacerdote de Alejandría llamado Arrio, sostuvo que Cristo era la primera de las criaturas venidas al mundo por voluntad de Dios, pero no en la misma naturaleza del Padre. San Atanasio combatió esta doctrina y fue condenada en el Concilio de Nicea (que suena a pastelería y nada tiene que ver) 325, reunidos por el emperador Constantino, que adoptó una profesión de fe en la que se reconoció que el Hijo es consustancial con el Padre. Sin olvidarnos, que el arrianismo fue religión oficial de los visigodos hasta la conversión de Recadero en el año 587.

San Atanasio.