La vida.


La vida, esa que usted que me está leyendo se cree que siempre la poseerá y se  equivoca.

 La vida, esa que para algunos es hacer daño y no el bien del que tan necesitado estamos. La vida, sólo eso.

De tanto quererte.


Y de tanto quererte y pensar en ti, hasta el dolor ya es para mi  un regalo de Dios.

A todos los que todavía creen en el amor.

Yo quisiera.


Yo quisiera tener alas para poder volar y verte desde el cielo. 

Yo quisiera ser eterno para siempre, amarte y acariciar tus manos de seda.

 Yo quisiera estar siempre a tu vera y no puedo, por eso me conformo con llevarte hasta el final de mis días en mi corazón, del que nunca saldrás.

A todos los que todavía creen en el amor.

Una Corte.


Porque vivo y moriré en tu barrio por amor. Porque no hay barrio en el mundo que a este se iguale. Donde hasta una Corte tenemos con la Realeza más grande y noble en el mundo, la de tu Esperanza, Macarena.

Nunca me entendieron.


Nunca me entendieron los que de sabio van, solo me entendieron los niños muy niños y los viejos muy viejos. 

Nunca me entendieron y ami me dio igual, porque los que me tenían que entender lo hicieron, y Tú mi Esperanza, mejor que nadie lo sabes.

Todo ha pasado.


Todo ha pasado por mi, como el aire que acaricia mi piel para irse a otro ser y acariciarlo igual.

 Todo ha pasado por mi, hasta las mejores amistades que yo creía que lo eran y un día se fueron, todo, menos Tu Esperanza, que en mi alma se quedó.

No es Tu belleza.


No es Tu belleza lo que nos atrae Macarena, lo que nos atrae, transporta  y extasía es Tu derroche de Esperanza, esa que hoy tanta falta nos hace.

   Foto de Jose Enrique Romero.