Pedro I y el Fraile Lego del Convento de San Francisco de Sevilla.


Fue el rey don Pedro el justiciero uno de los más grandes y hábil esgrimidor de Sevilla y también fuera de esta. Desde pequeño estuvo dicen con los mejores de este arte,  pero había en el convento de San Francisco un fraile Lego que vino y era todo un enigma, del que se hablaba bastante en toda Sevilla y decían los más allegados que era un caballero de la Navarra, y que por haber dado muerte a alguien en un desafío, arrepentido se había metido a Fraile (hoy si hicieran lo mismo nuestros políticos los conventos estarían llenos, pues estos si que han matado a gente dejándola en la miseria).

Se sabía del fraile, que había sido uno por no decir el mejor espadachín de Navarra, por esto cuando llegó la noticia a Pedro I se le ocurrió enfrentarse con él para ver quién era el mejor (piques que siempre hubo y en cualquier época). Pero Pedro I no hablo con el fraile para que fuera al Alcázar y retarse  porque pensaba que lo más normal era que se dejara perder, por esto en uno de los paseos del Rey por las noches paso por el Convento por si veía al fraile, llevando bajo la capa dos espadas; una para él y la otra para el fraile, todo mas que preparado para el duelo.

Pasado unos días, el rey Pedro I volvió a pasar por el Convento, y al ver abierto un postigo que daba al interior del Convento entró y salió el esperado fraile lego. El fraile creyó que era un ladrón y fue a su encuentro, siendo entonces cuando el rey tiró al suelo la espada, que al coger el lego empezaron a pelear. 

Este enfrentamiento duró un largo rato, donde Pedro I con su espada fue incapaz de desarmar al lego, y ya cansado el rey, le quitó el lego la espada y fue hacia él, cuando el rey se dio a conocer y le dijo: Tente lego, que soy el rey. El lego bajo el arma y sonrío diciendo; ya me lo imaginaba señor.  Ningún esgrimidor en toda España hubiera durado tanto. No os avergüence el haber perdido porque no habéis sido desarmado por un vasallo, sino por un igual, y no os diré mi nombre porque me ha sido impuesto en penitencia por el Santísimo Padre de Roma.

Pasado todo, Pedro I al despedirse  del lego le dijo que si deseaba alguna gracia. A lo que contestó el fraile al momento: Si, nuestro Convento de San Francisco no tiene agua, solamente dispone de un pozo muy pobre. Solo os pido que concedáis a esta comunidad un caño de agua de la que va al Alcázar del acueducto de los Caños de Carmona. Y como el rey se lo prometió, pues al día siguiente se empezó a tender una conducción desde el Alcázar al Convento. Por estas cosas, no se quivocó Felipe II en ponerle Pedro I El Justiciero, y no el Cruel.

Miércoles de Ceniza.


Abenamar salva a Sevilla con una partida de ajedrez.


Fue en la época del rey Alfonso VI de Castilla, cuando todavía era príncipe y siendo perseguido por su hermano, un ursurpador al reino, cuando se refugio en la Corte árabe de Toledo, donde aprendió el misterioso juego del ajedrez, que tendrá como veremos mucho con Abenamar y Sevilla. 

Al morir el hermano de Alfonso VI, fue exaltado al trono este tras la jura de Santa Gadea en Burgos, donde se propuso a ensanchar el reino castellano y venir hasta Andalucía, donde los Reyes taifas estaban bastante preocupado.
Al enterarse de la noticia Alutamid, rey de Sevilla, que Alfonso VI venía por estas tierras tuvo la gran idea de enviar una sola embajada para que pactaran con el castellano. Escogió para esta tarea a su amigo el poeta Abenámar, el que ocupaba el cargo de visir y quién salió de Sevilla para encontrarse con el rey Alfonso VI junto a Sierra Morena. 

Abenamar invito al rey castellano a pasar a su lujosa tienda de campaña, y sabiendo ya que al rey le gustaba bastante el ajedrez le dijo: Si queréis de sobremesa podremos jugar una partida de ajedrez, tengo un gran tableros con figuras labradas en marfil, a lo que contestó Alfonso, que deberían de apostar un dinero para no jugar como las mujeres (como ven, el machismo siempre existió, no solo hoy), por lo que Abenamar le propuso que si ganaba le tendría que dar el rey dos granos de trigo por el primer cuadro del tablero, cuatro por el segundo, dieciséis por el tercero y así multiplicando el número por si mismo, y si Abenámar perdía daría igual al Rey.

A Alfonso VI todo esto de la partida de ajedrez le parecía curioso, lo que no sabía era lo que le tenía preparado el listo de Abenamar. Pues jugaron la partida  ganó Abenamar, y Alfonso le dijo: Os pagaré lo que pedisteis cuando llegue a Castilla, daremos la orden de que os envíen unos sacos de trigo para que sembreis su campo, contestando al momento Abenámar; unos cuantos no señor, hagamos bien las cuenta. Dos grano por el primer cuadrado del tablero, cuatro por el segundo, dieciséis por... y cuanto más iba avanzando la cifra se multiplicaba por sí misma, la que alcanzó una cantidad que ni en todos los graneros de Castilla habría suficiente trigo.

 El rey muy preocupado por no saber qué hacer, cedió a lo que Abenamar le propuso; señor si no podéis pagarme, me conformaría que retiraseis  a vuestros ejércitos fuera de la frontera del rey Alutamid de Sevilla, y como el rey estaba perdido al completo cedió. Todo esto lo consiguió Abenamar gracias a su sabiduría, su grandísima habilidad al ajedrez y a su gran conocimiento de las matemáticas, para que vean que el saber nunca está de mal.

Abenamar y Alfonso VI jugando la partida de ajedrez.

Programa de actos del Congreso Mariano Hispano Americano de Sevilla en 1929.


Precioso programa de actos del Congreso Mariano Hispanoamericano celebrado en Sevilla 1929.

 Esta pintura del programa está dedicada a la Patrona España, la Virgen Inmaculada con la Giralda al fondo y cabezas de querubines, obra del gran pintor Hohenleiter, un cartel que dice bastante y no como algunos de hoy, que no dicen absolutamente nada.