Como siempre suelo decir, Sevilla tiene leyendas dignas de ser recordadas, no olvidadas como suele pasar por desgracia muchas veces. Por ejemplo como es el caso del Niño Jesús Milagroso que se encuentra en la clausura del Convento sevillano del Espíritu Santo, celebrándose su festividad el 3 de Enero, día del Dulce Nombre de Jesús.
La imagen del Niño es de autor anónimo. Lleva en su mano izquierda una Cruz y en la derecha una campanita, contando la leyenda o no leyenda, no se sabe, que fue el Niño Jesús Milagroso quien en una de sus revelaciones por el siglo XVII a la Madre Juana le dijo que le pusieran dicha campanita para las llamadas que hacía a las almas. Esta campanita cuentan, que más de una vez ha sido escuchada por una monjita como por un favor o milagro que el Niño ha concedido a alguien.
Cuando el misterioso, enigmático y encantador Niño hizo algunos milagros, se le empezó a conocer como el Niño Jesús Milagroso, pues hay que decir, que antes se le conocía como el Niño Jesús Esposo. Y no es de extrañar lo de milagroso, pues a la Madre Juana el mismo Niño Jesús le dijo: Este es mi verdadero retrato. Que muchos crean esta bella leyenda o no la crean no importa, lo que importa es que ahí está ese encantador Niño Jesús en esa Sevilla Oculta, la que atesora no sólo joyas, sino leyendas tan maravillosas como esta.
También cuentan de esta imagen única por el misterio que la rodea, que fue traída al convento hace mucho tiempo por un señor desconocido, quien le dijo a la monja del torno que le guardara un paquete hasta que pudiera ir a recogerlo. Pero pasaron los días, meses y más de un año, por lo que las monjitas con el consentimiento de sus superiores abrieron el paquete y apareció el Niño Jesús para sorpresa de todas, era como un milagro para ellas, que mejor que una imagen del Divino Jesus, una imagen que con el tiempo no ha cambiado, porque sigue siendo uno de esos misterios que todavía le pese a quien pese guarda mi Sevilla Oculta.
Foto todocoleccion. El Niño Jesús Milagroso del Convento del Espíritu Santo .
